Propósitos incumplidos

Me confundí. Reconozco que en los últimos meses de doctorado llegué a pensar que sería instantáneo: que según pusiera el pie en Madrid me liberaría del agobio y podría empezar de inmediato a hacer grandes planes. Mi intención era pasar como  mucho dos o tres meses en casa de mis padres, y luego mudarme a un piso como el que tenía en Darmstadt. Ya tenía pensado hasta la decoración friki y la domótica que tendría. También hice una lista de todo lo que quería hacer los fines de semana por Madrid. Museos, paseos, excursiones. Y hasta estaba mirando coches para sustituir el que uso ahora, que a sus 23 años está que no puede más.

¿Ya es Navidad? ¿Tan pronto otra vez?

No ha sido tan fácil. No he logrado ni uno de esos propósitos. Nunca pensé que me costaría tanto recuperar la inercia que he perdido en cuatro años dedicados casi exclusivamente al trabajo. Ya no me atrevo ni a formular mis propósitos de 2016.

Medios Arcos

A menudo leo que hay que ser independiente, es decir, no necesitar a nadie. Bullshit. Es una de esas cosas que todo el mundo dice y nadie hace. No conozco a nadie que no se apoye en al menos otra persona para sobrevivir, ya sea en forma de pareja, familia, amigos incondicionales, o secta. Nadie quiere vivir solo. Se sabe que la unión hace la fuerza. Uno solo está destinada a fracasar ante los problemas, igual que la mitad de un arco está destinada a derrumbarse. Hacen falta dos o más mitades para formar un arco entero o una cúpula de muchos arcos. No es lo mismo no ser dependiente que pensar que uno puede resolverlo todo solo.

Esta foto evidentemente no es mía. Foto (cc) Verity Cridland